Alteraciones de la frecuencia cardíaca
Alteraciones de la frecuencia cardíaca (reposo) (ejercicio) (variaciones)
Información sobre alteraciones de frecuencia cardíaca
La frecuencia cardíaca es el número de latidos por minuto que da el corazón. En reposo y en un adulto sano, la frecuencia cardíaca se encuentra normalmente entre 60 y 100 latidos por minuto. Sin embargo, existen variaciones fisiológicas en la frecuencia cardíaca a lo largo del día y según la edad, estado físico y condición médica de cada persona.
La frecuencia cardíaca puede verse afectada por factores como la edad, el nivel de actividad física, el estado de entrenamiento cardiovascular, el peso corporal, la altitud y la toma de ciertos medicamentos. Por ejemplo, personas mayores o menos entrenadas tienden a alcanzar su frecuencia cardíaca máxima con menos esfuerzo que personas jóvenes o en mejor forma. Del mismo modo, personas obesas o con afecciones médicas pueden presentar alteraciones.
El sistema nervioso autónomo regula la frecuencia cardíaca a través del sistema nervioso simpático y parasimpático. El sistema simpático acelera el ritmo cardiaco mientras que el parasimpático lo desacelera. Durante el ejercicio físico intenso, la activación del sistema simpático puede elevar la frecuencia cardíaca a valores máximos de entre 160 a 200 latidos por minuto en adultos sanos.
El entrenamiento cardiovascular produce adaptaciones fisiológicas como la disminución de la frecuencia cardíaca en reposo, gracias al aumento del tono vagal. Esto reduce la demanda de oxígeno del corazón. Sin embargo, la función cardíaca se mantiene normal. Algunas personas muy entrenadas pueden presentar frecuencias inferiores a 50 latidos por minuto en reposo.
En resumen, aunque la frecuencia cardíaca normal oscila entre 60-100 latidos/minuto, existen variaciones individuales y factores que pueden elevar o disminuir estos valores de forma fisiológica. El monitoreo de la frecuencia cardíaca proporciona información valiosa sobre la condición cardiovascular.
Es cierto que los deportistas de alto rendimiento pueden alcanzar frecuencias cardíacas máximas superiores a 200 latidos por minuto durante el ejercicio extremo.
Los documentos indican que la frecuencia cardíaca máxima depende del tamaño del corazón y del entrenamiento físico de cada persona. Aunque existe una fórmula para predecirla (220 - edad), los valores reales pueden ser superiores, como se observó en bomberos profesionales cuya frecuencia media alcanzada fue de 188 latidos/minuto.
El entrenamiento produce adaptaciones cardiovasculares que permiten elevar la frecuencia cardíaca máxima. Los deportistas de resistencia cardiovascular desarrollan bradicardia en reposo, mientras que durante el ejercicio intensivo es normal alcanzar taquicardia, aunque dentro de ciertos límites individuales.
Diversos mecanismos regulan el gasto cardiaco máximo, como el incremento de la frecuencia cardiaca o del volumen eyectado a cada latido. Esto, sumado a factores como la edad, sexo, temperatura o posición corporal, hace que la frecuencia alcance valores superiores a 200 latidos/minuto en algunos atletas de élite sometidos a esfuerzos extremos, como ciclistas profesionales.
En resumen, aunque los valores de referencia oscilan entre 160-200 latidos/minuto, los deportistas mejor entrenados son capaces de sobrepasar los 200 latidos/minuto gracias a las adaptaciones cardiovasculares adquiridas tras un intenso y prolongado entrenamiento.
En el caso de niños y adolescentes, la frecuencia cardíaca máxima durante el ejercicio tiende a ser más alta que en adultos, debido al mayor tamaño relativo del corazón y la mayor capacidad funcional del mismo en edades tempranas.
Los documentos muestran que la frecuencia cardíaca de reposo en niños sanos suele ser de 70-100 latidos por minuto, y puede aumentar durante el ejercicio a valores de 180-200 latidos por minuto en niños pequeños, y de 200 latidos o más en adolescentes.
El entrenamiento también produce adaptaciones en la frecuencia cardíaca de los jóvenes deportistas. Uno de los documentos analiza el caso de once jugadores de fútbol infantiles, observando una disminución de aproximadamente 10 latidos por minuto en su frecuencia cardíaca a la misma intensidad de esfuerzo, tras cinco meses de entrenamiento. Esto refleja mejoras en la eficiencia cardiovascular.
Algunos factores como la edad, sexo, estado físico y condición médica también influyen, como en adultos. Por ejemplo, niños suelen tener frecuencias ligeramente superiores a niñas, y personas menos entrenadas alcanzan valores máximos antes. No obstante, las variaciones en la frecuencia cardíaca son fisiológicas durante el desarrollo infantil y la práctica deportiva, siempre que se realice de forma progresiva y bajo supervisión médica.
En resumen, aunque los rangos de frecuencia cardíaca son mayores en niños y adolescentes, el monitoreo del pulso durante actividades físicas permite evaluar su condición cardiovascular y las adaptaciones derivadas del entrenamiento deportivo.
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